Valencia

 

FALLAS DE VALENCIA

 

Son primeros de septiembre y como cada uno, es San Arturo. El día que he elegido para hacer mi primer viaje a Valencia y me encuentro las Fallas desplegadas por toda la ciudad. Un deleite para los sentidos ante la magnificiencia de algunas de ellas.

El día comenzó temprano en Zaragoza, para tomar un cercanías (tren ligero) hasta allí. A la salida de la estación presencia de la estatua de Fénix en el edificio de enfrente, imagen permanente de la ciudad.

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Instantes después, la primera falla me da la bienvenida, y desde ese momento el desvanecer de mis sentidos despierta, sin descanso hasta el final del día.

Cerrado el albergue, inauguro la visita en una pastelería con el periódico regional y un café. Tras descansar del madrugón y el viaje, figuras de cartón piedra (polispan y pasta de cerámica a posteriori) en la semana grande de la ciudad inundan los espacios que voy visitando e incomprensiblemente para mi transmiten diferentes formas de pensar, parodias, escenas imaginarias, escenas de humor, usos y costumbres. Lluvia atenaza el primer día de los cinco de fiestas, que finalmente rompe en letanía a la noche en el albergue.

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Sin opción a mediar palabra ya que viajo solo, voy trasladándome por los barrios hasta el puerto admirando la obra de los artistas falleros perplejo, encandilado y atónito.

Tuve la suerte de coincidir, en mi último día de estancia en Valencia, por la mañana con dos chicas en el albergue con las que había intercambiado alguna palabra anteriormente en el comedor. Estaba preparado para salir, igual que ellas, y así fue que salimos juntos hacia la ciudad de Valencia en fiestas, concretamente hacia la playa, buscando buscando nos decidimos a ir andando pasando por el mercado.

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Bastante cansados, volvimos en bus para descansar a la noche. Lo que resaltaba minutos antes de pisar el albergue era la multitud paseando con tranquilidad las calles de Valencia que estaban repletas de familias, turistas y gente con las prisas de haber quedado. Yendo por la plaza del Ayuntamiento un olor de yogur con hierbas me recordó a los kebaps que llevaba tiempo sin probar, y volví con ganas de uno, destino previo a la noche de Fallas que me esperaba. Después de pasearme por la plaza del ayuntamiento deleitado por las luces y con larga petardera en mis oidos, volví para ducharme y descansar del duro día.

A la noche cuatro destinos desde el periódico de por la mañana de Fallas me esperaban, la primera, una monumental obra de piratas con música añadida a la que los gigantes personajes cobraban vida transportándome a otra era de hechos fantásticos. Visto el cuarto puesto al parecerme difícilmente superable, me dirigí a ver la ganadora de este año en el que se celebran en las calurosas fechas del 1 al 5 de septiembre, coincidiendo con mi cumpleaños.

En ese barrio, ya desde lejos me deslumbró la altura de La Falla y la disposición, con doble visión en cada lado sobre parecidos sucesos. Espectáculo turístico que, con gestos de animación y sorpresa la gente quedó plasmada en mi cámara de fotos, inmortalizando el momento.

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Siendo todavía verano, chicas con nuevo estilo 2021 mostrando su encanto, como en mi ciudad natal, nublaban mi mente y hacían indiscreta mi vista.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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