Alvia

LOS VIVOS Y LOS TRISTEMENTE FALLECIDOS

Murieron muchas personas. Un accidente siempre es trágico porque no sabes cuánto tiempo pasa desde que sucede el dolor hasta que llegan las ambulancias. Que te toque el primero. Pasada una semana aún no te lo crees. Al año, sigues normalmente con tu vida. Excepto cuando regresas a casa y no está. Y sí está la habitación vacía. Un tren vale una Fortuna. Como se pudieron equivocar.

Que no se quiera investigar un accidente de interés nacional dice mucho del escaso valor ético de nuestros representantes. Eso sí, las campañas electorales se hacen en positivo. El caso Alvia azotó nuestros corazones por su espectacularidad y su ingente cantidad de datos que presenciamos día a día en los telediarios. A nadie le importa como se sienten las víctimas . O quizá sí, no lo sé, y es el gusto por lo desconocido lo que atrae. Nos puede pasar a cualquiera. A un@ cualquiera.

Un sistema electrónico revisado no falla si se cumplen las medidas de seguridad pertinentes. La estadística de accidentes de 2013 seguramente lo refleja. Nos ceñimos a los datos. No investigar es renunciar a la verdad.

Podría haberse equivocado el conductor, quizá hubo un fallo en la vía, no le hice el desayuno a mi marido ese día, ¿seguro que puse el freno? ¿me pagó a tiempo el proveedor? La nevera y la boca están llenas. Y la habitación vacía.

Todos somos responsables de nuestro propio destino de felicidad, independientemente de donde hayas nacido.

Es más culpable el que no quiere afrontar su futuro que aquel que no dirime entre la mentira y la verdad. Lo de nuestros responsables/representantes es mentira, nadie que se precie se niega a investigar sobre muertes.

España país de pandereta, pero dámela a mi que la toco yo.

Es la razón la que supera a los sentimientos en estos casos, un equipo de psicólogos se puso en contacto para consolar, las víctimas recibieron su compensación moral, y los vivos nos seguirán recordando que los muertos no se tocan.

 

 

 

 

 

Marcietys